domingo, 13 de febrero de 2011

Cuestión de pundonor


Minuto 94, córner que ejecuta Eliseu a la cabeza de ¡Arnau!, el balón, tras varios rebotes, baja con nieve y cae a los pies de Sandro Silva, quien cuelga la pelota al pecho de Papelito para que éste la amortigüe y Rondón fusile a Ustari. 2-2, final del partido.
Este apoteósico final ha sido el vivido esta tarde en la Rosaleda. No nos vale para mucho, pero por lo menos se ha demostrado que estos futbolistas también tienen testosterona en el cuerpo y que, a algunos más que otros, les duele verse en esta peliagudísima situación.
Y es que este choque ha tenido dos mitades totalmente diferentes. En la primera parte el Málaga formó con el mismo equipo que en Sevilla, con dos ex futbolistas en las bandas, Maresca y Fernando, y con Eliseu de nuevo en el lateral. Parece mentira que Pellegrini siga confiando en el italiano, un 0 a la izquierda que no aporta lo más minimo a la fluidez del juego si viene al centro, y que no tiene nada, pero nada, de velocidad para encarar a un rival cuando habita la banda. Desastroso. Pues bien, en la primera ocasión del partido, Miku (sí, el que nos dejó tirados en invierno del año pasado) tuvo toda la suerte del mundo para que el balón rebotara en él tras un mal rechace de Arnau y se colara en la portería. Un mazazo que, lejos de activar al equipo, lo hundió muchísimo más, flotando en el ambiente un nerviosismo impropio de jugadores de élite. En el segundo gol, Weligton se convirtió en el protagonista. Balón sacado desde atrás por el brasileño que, vete tú a saber porqué, corre y corre la banda hasta llegar casi a la esquina. Casquero recupera, pase en profundidad a Colunga y vaselina perfecta. 2-0 y a vestuarios.
Mal, muy mal pintaban las cosas hasta que Pellegrini hizo lo que pensaba toda la Rosaleda, quitar de en medio a los dos troncos, Fernando y Maresca, y meter en su lugar a los que a la postre serían los héroes de la noche: Portillo y Sebas Fernández.
Cómo se nota a quien le duelen de verdad unos colores. El desgaste de los tres malagueños sobre el terreno en la segunda parte; Recio, Manolo y, sobre todo, Portillo, fue tan admirable que se contagió a todo el equipo, un equipo al que, aunque en la primera mitad parecía que no, todavía le quedaba algo de vida. Y así, remando contracorriente con Portillo y Papelito como principales protagonistas, llegó el penalti en el minuto 79, que convirtió en gol un Baptista al que hay que exigirle mucho más. Sólo un gol de diferencia, 10 minutos por delante y un chavalito en banda derecha que no dejaba de inventar y creer en la gesta. Con partidos como el de hoy, Portillo se ha ganado a la afición malaguista. De ahí hasta el 94, destacar una clarísima ocasión de Rondón a pase de Papelito que no pudo culminar el venezolano. El final ya lo conocen.
Delirio en una Rosaleda que se aferra a primera división. La segunda parte es el camino a seguir, con jugadores que de verdad ponen coraje y ganas al juego. Es, simplemente, cuestión de pundonor.

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